Para nuestro aniversario Diego y yo decidimos ir a un restaurante que para nuestra suerte estaba cerrado. Estábamos caminando muertos del frío por las calles de Bogotá, era tarde y no decidíamos el lugar para un año más. Recorrimos toda la zona T y nada nos cautivó, luego, recordamos lo mucho que nos había gustado Black Bear y decidimos intentar ir, a pesar de no tener reserva. Pensamos " bueno qué más da, un lunes no puede ser tan grave, menos en vacaciones". Llegamos, sin reserva con muchas ganas de celebrar los buenos momentos y nos recibieron estupendamente. A pesar de que la predicción era errada, pues el restaurante estaba lleno, nos sentaron amablemente en frente del raw bar. El ambiente era perfecto, mesas llenas de amigos, sonrisas, parejas enamoradas y personas de negocios; todos con el mismo objetivo: tener una noche placentera, relajada y con buena comida.
Al principio se demoraron en darse cuenta que nosotros existíamos y a los diez minutos nos pasaron a la barra y nos trajeron las cartas. La barra es de los mejores ambientes del lugar, se puede ver casi todos los lugares diferentes que presenta Black Bear. Diego pidió una margarita y yo una cerveza negra a presión, Chapinero Porter de BBC. Pudimos ver la preparación de cóctel que era bastante elaborada pues mezclaban, le metían aire a presión, volvían a mezclar y dejaban reposar. La verdad es que estaba bastante buena, no mejor que la de Agave Azul, pero si valía la pena ($21.800). Mi cerveza, como siempre, nunca falla; con un ligero sabor a cafe que me fascina. Tuvimos problemas escogiendo qué pedir, todo se veía increíble y nuestros vecinos no ayudaban; la comida de ellos tenia un olor embriagante.
Empezaré explicando cómo funciona la carta: las opciones de comida se dividen en un raw bar donde lo que se sirve está crudo, curado o ahumado. Luego están los platos pequeños, que también son para compartir y finalmente, los grandes y tradicionales platos fuertes. La carta de postres es bastante famosa por su torta húmeda de maíz que no alcanzamos a probar de lo llenos que estábamos. Al principio nos debatimos por un ceviche del raw bar ahumado y el crocante de mariscos de los platos pequeños. El mesero nos recomendó el ceviche de pescado blanco con tomates ahumados, esta sugerencia no falló. Para que queden con las ganas, el crocante de marisco está descrito en la carta como: crocante de mariscos servido con un shot de leche de tigre al ají amarillo, cancha y salsa criolla fresca. Posteriormente y después de haber notado que el plato fuerte que queríamos ya no estaba en la carta decidimos pedir algo parecido. El plato que nos soñábamos era el lamb chunk de pierna de cordero, sin embargo, lo habían quitado de la carta porque el proveedor era bastante impuntual con su entrega y muchas veces no lo tenían disponible. Así las cosas, pedimos un plato de los pequeños: nachos con cordero estofado, pico de gallo y sour cream. El plato fuerte decidimos pedirlo después de haber comido las entradas y esto es lo que recomiendo si quieren pasar una hermosa velada en un restaurante, porque sino llega toda la comida y en una hora estamos volviendo a casa.
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Al rato de haber ordenado, nos trasladaron a una mesa que quedó libre. Había poca luz, buena música y unas sillas muy cómodas. Llegó primero el ceviche, incluso antes que los panes de cortesía, que de hecho creo que se les olvidó porque nos tocó pedirlos. Viene en un plato alargado una mezcla de pescado blanco, tomates ahumados, cilantro, cebolla, un toque crujiente y de ácido que hacía un juego de sabores en boca sensacionales. Es quizá un de los mejores ceviches que he comido. El ahumado de los tomates contrastaba con el fresco del pescado y el ácido del jugo. Yo que no soy amante de la cebolla, me la terminé toda mezclándola con el jugo del plato que era diferente a cualquier otro. Nunca había probado un ceviche con esos sabores, no lo calificaría como estilo peruano ni pacífico ni de un lado específico: es el ceviche de Black Bear. Luego nos llegaron los nachos, crujientes con el típico sabor a maíz. El cordero estaba tierno, jugoso, con la cocción en su punto y combinaba perfecto con el pico de gallo y la crema agria. Me gustó que es un sabor totalmente diferente a un plato mexicano y aun así era un plato mexicano, nachos, así de simple. Me recordó el cordero francés el sabor de este con su jugo al vino y me devolvió a la realidad del plato el pico de gallo.
Después, decidimos que queríamos platos fuertes y recordamos el olor del asado de tira estofado en vino tinto y hierbas con vegetales glaseados y puré de papás y se nos hizo agua la boca. Al mismo tiempo salió a relucir mi debilidad por las albóndigas y me antojé de las fabulosas albóndigas al horno con polenta cremosa, picadillo de tomates y hierbas frescas. Inmediatamente puse mis ojos en un arroz con camarones y me volví loca porque no podía decidir. Diego la tenía clara, él quería un minute steak. Para decidir qué iba a comer, Diego me aconsejó pedir alguna carne puesto que creyó que las carnes eran el fuerte del restaurante y considero que no se equivocó. Así descarte el arroz. Luego entre las albóndigas y el asado de tira me debatí mucho puesto que el asado es el plato estrella pero ya había comido algo estofado. Al final me decidí por las albóndigas. Cuando llegó lo que pedimos todo olía delicioso. Mis albóndigas estaban jugosas ninguna estaba seca y los tomates se derretían en la boca con un sabor un toque ácido increíble. También reviví mi desamor por la polenta, pues siempre intento mentalizarme y decirme que me gusta la polenta y cuando la pruebo me desilusiono. La textura grumosa de la polenta no me encanta, sin embargo, esta estaba rica y para mi gusto un poco sosa. La porción es adecuada y si bien las albóndigas no son las mejores que me he comido, estaban hechas a la perfección y su sabor estaba estupendo. El plato de Diego fue fabuloso una carne muy delgada, exquisita de sabor y traída a término perfectamente. Vino acompañada con unos chips crujientes que nunca supe de qué eran y creo que eran de arracacha.
Para terminar quisiera decir que de Black Bear pueden esperar una experiencia con comida, ambiente y atención extraordinarios donde el precio a pagar vale totalmente la pena. Si está lleno un lunes en plenas vacaciones es por algo... les dejo el link de la página: click aquí para ir a la página del restaurante