miércoles, 2 de diciembre de 2015

Los malos detalles de Tábula

Tábula es un restaurante que queda en la macarena al lado de Donostia y Smokin Molly. El sitio es una espacio enorme lleno de mesas con buena luz y una carta muy colombiana. Para empezar pedí una lulada y Diego un Gin&Tonic. La lulada estaba deliciosa, el ácido estaba perfecto, tenía buenos trozos de lulo y en verdad una muy buena lulada. El cóctel de Diego lo sirvieron en la mesa y estaba bien también. La casa nos trajo una especie de tahini con pan como entrada. Al tahine le falta mucho para llamarse así, era más bien una pasta de garbanzos, si bien estaba simple no estaba feo. Para empezar pedimos un rabo de toro endiablado y unos capelletti de gallina criolla en salsa de queso paipa y almendras.


El ambiente del lugar no es nada especial, este restaurante es un lugar para ir a comer comida colombiana gourmet, con un giro muy interesante y prometedor, aquí lo más interesante es la carta. Algo que me encantó es que usan productos que generalmente no comemos y los vuelven súper llamativos y deliciosos, como ese plato de capellati de gallina del cual les hablaré. Llegó el rabo de toro, se veía delicioso y olía muy bien. En los primeros bocados sentí un toque perfecto de picante, una carne muy suave que se deshace en la boca debido a su cocción y un puré de papa muy sedoso, sin embargo, estaba saladísimo e imposible de comer, la boca se me secó por completo y devolvimos el plato. Lo cambiamos por unos chorizos artesanales con chimichurri de limones en salmuera.  

Luego nos llegaron los capelletti, con ese plato se reivindicaron hasta cierto punto. El plato estaba bien quesudo por fuera y por dentro de esa especie de ravioli había un guiso colombiano de un sabor impresionante y la gallina estaba muy rica! No obstante, otro mal detalle, en uno de los capelletti me salió un gordo con hueso y a mi parecer, eso en un restaurante de ese calibre es inaceptable. Ya me dio pena volver a devolver el plato y saqué el gordo con su hueso y me comí el resto. De sabor estaba increíble y la mezcla del queso con el cilantro, las almendras, la gallina y el guiso estaba fantástico. Cero e iban dos, los sabores buenos y prometedores pero me parece que no hay el trato que se merecen estos productos. Por otro lado, el servicio empezó muy amable y pasado de atentos, hay veces era un poco hostigante. Luego, se volvieron volados y nos olvidaron casi por completo. Pedí un pitillo que me trajeron después de pedirlo 2 veces y les importó cinco que el plato hubiera estado salado y el otro con gordo+hueso. Además, les pedí el favor de poderme quedar con una carta porque me encanta verlas y seguir antojándome, me la quitaron un momento para dársela a otro cliente y prometieron traerla de vuelta, nunca pasó. 

Bueno, tercer plato: el chorizo, se veía delicioso tenía muchas ganas de probarlo. No se veía tan artesanal como lo decía la carta y cuando me salió otro gordo, enorme, entendí el artesanal del cual hablaban. No sé si eso era lo que querían que yo pensara pero ahí estaba el tercer pésimo detalle, para mi gusto. El chorizo estaba muy bien condimentado, estaba sabroso, fuerte de sabor y era de verdad para compartir. El picadillo sí estaba fenomenal, me fascinó, y con el chorizo se mezclaban muy bien los sabores porque le bajaba el sabor gastritudo típico de un chorizo. A pesar del gordo, vale totalmente la pena. La verdad al sitio le hace mucha falta un buen administrador porque sumando detallitos perdieron muchos puntos. El restaurante no estaba lleno y en términos generales el servicio brilló por su ausencia. Hay una falta tremenda de administración, en mi opinión. 

Para terminar pedimos un carpaccio de muchacho ahumado, con mostaza de la casa y cama de vegetales. Cuando llegó el plato no vi los vegetales y cuando busqué bien, estaban debajo de la carne unas lajas finas de zuchinni y berenjena que a mi parecer no es que sea una cama de muchos vegetales sino una cama, pequeña, de zuchinni con berenjena. Pero bueno, el sabor impecable, definitivamente después del postre el mejor plato de la noche. El ahumado de la carne estaba sensacional, el frescor de los dos vegetales impresionante y el toque de la mostaza de la casa terminaba de hacer boom en la boca. La quemestesis que se sentía, gracias a la mostaza era muy interesante. El carpaccio, único en este mundo, delicioso, lleno de potencia y quizá uno de los mejores que he probado. Este sí era un plato perfecto a la altura de Tábula. 

Para finalizar un exquisito postre ultra wow y sencillo. Como ven en la foto no es lo más atractivo visualmente pero prueben eso y se vuelven adictos!! Esto es una trufa de chocolate colombiano. La textura era perfecta, lisa y suave. Sabor dulce y amargo ya que el chocolate era oscuro. El helado le baja un poco lo intenso y es totalmente un postre para compartir. Este plato es sencillo y justamente por eso brilla, es espectacular y un lujo poder comernos algo tan rico con chocolate de nuestra tierra. La mesa que teníamos al lado lo pidió antes de que nosotros empezáramos a comer y la estadounidense que estaba ahí le dijo a su amiga que era de los mejores postres de chocolate que había comido en la vida, estoy de acuerdo con ella. 
En conclusión, el lugar tiene un potencial enorme porque la idea de los platos es exageradamente buena. Si bien el concepto de los platos es bueno y tienen un potencial increíble, les falta meterle primera a la ejecución. Falta concentración en el servicio y la cocina. No lo recomiendo todavía porque esos detalles me desinflaron pero el día que arreglen estas cosas, Tábula será un restaurante que frecuentaré.