Fuimos a una cena comunal organizada por Salvo Patria con el Chef Nicolás López de Villanos en Bermudas. Después de toda la polémica detrás del chef y las buenas recomendaciones que he escuchado de Villanos, decidí ir. Con la cena teníamos derecho a una bebida por persona. Yo escogí el keffir de piña con jengibre y Diego escogió la kombucha de remolacha con flor de jamaica. El keffir estaba muy dulce y me recordó el jugo Hit de naranja piña y en el retrogusto se sentía el jengibre. La kombucha olía mucho a esa terrosidad de la remolacha pero curiosamente no sabía a tierra y le salía más el dulzor de la remolacha con las notas de la flor de jamaica, me gustó que no es esa típica cosa que te huele y sabe a lo que te olió. Aparte pedimos una lulada envenenada con ginebra, para ser una lulada hecha por rolos no está nada mal, tenía el ácido y el dulce muy bien balanceado y el trago era fuerte pero no invasivo. El sabor de la ginebra era imponente pero no absorbente y había buen balance entre lo perfumado y la lulada como tal. Para mi gusto, debió estar el lulo más macerado o cortado el trozos más pequeños.
De primera entrada nos llegó una "Sandía comprimida con yema ahumada" A parte de ser una sandía con yema de huevo rallada por encima no le encontramos nada más. Ni sentimos el comprimido, ni el ahumado de la yema. Sí rescatamos que la fruta estaba deli, jugosa, en su punto, ni en exceso dulce ni pasmada. Adicionalmente, tenía unos cristales de sal muy gruesos que no me ayudaron a resaltar el sabor de nada. La proporción de sal vs la cantidad de bastones de sandía me pareció desproporcionado. Punto a favor el plato definitivamente tiene pinta de entrada y no de postre.
Luego vino una "Calabaza asada con piña y queso de cabra". La piña tenía un poco de chile por encima y venían bastones de piña intercalados con calabaza sobre un polvo de queso de cabra. La entrada estaba rica pero no va más lejos de una calabaza cocida justo a la medida, de hecho nunca la había probado tan poco hecha y me gustó; la piña con el chile es un clásico, lástima que había partes de piña súper suaves y jugosas mezclado con partes de corazón que se tiraban ese idilio de una piña muy bien escogida. No sé si esta era la idea, o si el mensaje era rescatar todo de la piña, yo no lo entendí así. El chile fue una parte divertida, había bocados muy piquines y otros menos entonces era intrigante saber cómo venía tu siguiente bocado. El queso fue lo más rico, tenía una personalidad y una cremosidad impresionante. Y mezclando todo en un bocado, no me funciona en el paladar, tienes la textura de la calabaza pero se pierde su sabor sutil con el carácter del queso y luego te vienen notas dulces y picantes. Todo por aparte lo disfruté, exceptuando el corazón de piña, pero la mezcla me pareció sin sentido.
La tercera entrada para mí fue la más ganadora, "Mazorca a la parrilla con mantequilla de hormigas". La mazorca estaba impresionante con toques de parrilla y la untuosidad de la mantequilla que tenía un sabor indescriptible, me trajo muchos recuerdos de mi infancia de la mazorca de finca en familia, de Colombia en una mesa. La mazorca estaba suave por dentro y crocante por fuera, la mantequilla estaba sedosa y la proporción de mantequilla con la mazorca era perfecta. Con el maíz me transporté a lo más original de nuestra tierra, con sabores sutiles pero con personalidad firme, es 100% colombiano pero tiene un no sé qué de algo que no conoces y quieres conocer.
La última entrada fue un "Caldo de tortelli de cerdo con chisgua" estaba bien pero a mi gusto le faltó altura al plato. El caldo estaba súper gustoso con el sabor concentrado de la carne, era un caldo potente con todos los jugos pero el tortelli por dentro estaba seco e hilachudo y no era tan chévere de tragar, el queso que tenía dentro ni siquiera ayudaba a compensar lo seca que estaba la proteína.
Con los platos fuertes la embarraron con toda y no por sabor sino por un detalle súper importante y es el timing. Nos trajeron los 4 platos al tiempo y al final todo se enfrió y no lo pudimos disfrutar como si estuviera recién salido de la cocina. Para mí comerme una carne fría es un desastre absoluto, afortunadamente la alcancé a probar caliente pero ya al final tratando de brincar de un plato a otro para probar la carne se enfrió y fue fatal.
Hablemos del pescado: un pargo completo, con cabeza cola y hasta escamas me salieron por ahí. Nos dijeron que ya venía como para que unos dummies lo pudieran filetear y la verdad es que no fue así, nos metimos tremenda enredada tratando de sacar 4 partes iguales porque teníamos que compartir con la pareja del lado. El primer lado era el más lindo súper suave y bien cocido, jugos y brillante, con todos los sabores del pescado fresco y una mantequilla de hierbas que le daba un toque. Cuando lo volteamos para sacar la carne de la otra mitad del pescado nos llevamos tremenda sorpresa, estaba muy crudo y así partirlo era súper difícil y obviamente se perdía la magia y el disfrute con el que iniciamos. También me sorprendió que a la mesa del lado el pescado vino con la ensalada encima y a nosotros nos llegó al lado, no nos dijeron que era para comerlo junto y eso me dolió un poco. La ensalada del pescado tenía perejil, hierbabuena, radicchio y unas lechugas, la mezcla era rica y fresca. Un punto mega en contra de este pescado y con lo cuál ya me puse medio brava fue que me salieron escamas, no una o dos sino como nueve. Para nivelar este descache he de decir que la piel estaba increíble, suave pero no babosa y súper gustosa pero no pescadosa. Para esta idea de compartir esta presentación no es apropiada.
Luego le entramos a un chuletón de res que a diferencia del pescado, sí venía porcionado pero éramos 4 y venía partido en siete. Si fuéramos cuatro amigos, uno parte esos dos pedazos y sale, pero la pareja del lado era completamente nueva para nosotros. No había como esa amistad que fluye y donde nada importa. El chimichurri de tuétano me pareció un fracaso completo, era una manteca de grasa en el paladar hedionda. Tras de que tienes una carne pesada con pedazos de gordito deli, le metes unos pedacitos del chimichurri que era como bloquecitos de grasa con sabor, eso no balanceaba. Ninguno de los 4 se comió el chimichurri, menos con menos da más pero esto no sumó. Lo bueno si fueron esas papas fantásticas. La papas nativas estaba crujientes por fuera y suaves por dentro y todos quedamos matados con ellas. A pesar del porcionamiento del chuletón, estaba cocido perfecto, suave con un sabor brutalísimo y el gordito que lo acompañaba ni se diga.
La ensalada de cebada estaba súper rica, los tomates se derretían en la boca, la vinagreta tenía notas ácidas, notas características del vinagre, notas dulces y saladas. La cebada estaba crujiente y suave, funcionaba muy bien, la repetiría feliz.
El mejor plato fuerte para mí fueron las gambas. Se sentía la frescura, jugosa, cocinada en su punto. El polvo de kimchi no opacaba y más bien resaltaba. La mayonesa me sobró porque me pareció muy pesada y la gamba estaba tan rica que no necesitaba nada. Lástima que solo era una gamba pero la disfruté como ningún otro plato.
Finalmente llegaron los postres que me parecieron muy ricos. Los profiteroles de passifloras y mambe me sorprendieron porque no venia con la típica pâte à choux, sino que la masa me supo a pan de tienda y lo digo en el buen sentido. Ese dulcecito anotó un gol el mi corazón. También nos dieron un sándwich de galleta con un helado de copoazú delicioso. La galleta tenía un sabor lejano a cuca y estaba rica, pero cuando uno muerde la galleta el helado se sale por el otro lado y es como mamón de comer, entonces opté por comerme el helado y al final la galleta. En ese mismo plato venía una gomita de remolacha con tucupí y la verdad no me pareció que resaltaba, ni que tenía punch, me pareció como una goma X ahí que venía medio escondida en el plato. Luego nos trajeron una tarta de mascarpone con fresas. Me impresionó lo rojas que estaba las fresas y lo ricas, lo bien que balanceaba la crema de mascarpone como con ralladura de cítricos y el shortbread que no se desbarataba pero igual era suave y no se opacaba por los demás sabores. No estaba empalagoso y fue increíble. Perdón por la foto, pero estaba deli!
La experiencia fue buena y enriquecedora, los meseros empezaron super atentos y luego se embalaron y nos llevaron todo a la fuerza y todo se fue al carajo entonces. Fue triste porque teníamos al expectativas muy altas. La idea del menú es excelente pero nos pareció muy mal ejecutada. No entendimos cómo alguien que hace menú degustación en su restaurante no tiene presente para esta comida los timings. Es que cuatro platos de un totazo es mucho. La fileteada del pescado no fue divertida y comer a la carrera sin disfrutar porque todo se iba a enfriar menos. La calidad de la comida estaba buuuff, pero había detalles hartos. Lo del pescado fatal, crudo+escamas.. volverían??