El miércoles pasado estaba haciendo tantas cosas que, tarde en la noche, me percaté que no había comido. Dado que el jueves era festivo gracias al día del trabajo, mi novio y yo decidimos salir para relajarnos un rato de los intensos trabajos de la Universidad.
Escogimos una calle muy restaurantera de Bogotá, la calle de: Central, Casa, BBC, Di Lucca, entre otros. Los que les mencioné anteriormente son los que más se conocen y como sabrán no era precisamente ahí donde queríamos ir. Caminando por la calle, leímos todas las cartas que estaban a la entrada de los restaurantes y hubo una que me llamó la atención de inmediato. Al leer la descripción de ese risotto supe que ese era el lugar, además, nunca había escuchado hablar del lugar y era justo lo que estaba buscando esa noche.
Entramos al restaurante Nolita y me dio la impresión de que este era el restaurante perfecto para salir a comer tarde. La luminosidad era tenue lo cual lo hace perfecto para un date o simplemente compartir con tu pareja.
Al principio notamos un poco de desorden entre los meseros, todos pasaban delante de nuestra mesa y no se percataban de nosotros hasta que unos 10 minutos después a alguno le pareció importante atendernos. Voy a ser sincera, el servicio no es el mejor, así que si su prioridad es que lo atiendan bien este no es el lugar. Ese día no tenía mucho afán ni quise preocuparme por la atención, solo quería disfrutar de una buena compañía para finalizar el día entonces no me paré y me fui.
Como el lugar provocaba tomarse un cocktail, eso hicimos. Pedí un gin & tonic que estaba muy rico y mi novio un mojito de lulo que estaba súper refrescante. Mientras disfrutábamos nuestros tragos comentamos lo único que es Nolita. En la entrada hay una terraza con mesas para sentarse a comer y charlar con amigos en un día muy casual. Dentro del restaurante el ambiente cambia: hay mesas para disfrutar una cena y un espacio delimitado que daba la apariencia de una sala para aquellos que ya habían cenado y querían sentarse a beber algo. Asimismo, había una barra para aquellas personas que la prefieren sobre todas las cosas, al verla, me imaginé a mí misma disfrutando un cocktail con una entrada de dátiles con tocineta en crema roquefort. También había un patio trasero con mesas para cenar. El patio se veía muy agradable con su muro verde y los grupos de amigos descansando del trabajo.
Como entrada de la casa nos trajeron tepenade de aceitunas con pan. El pan no estaba rico era mas bien simple y el tepenade estaba muy aceitoso, le faltaba consistencia. De sabor no estaba mal, el problema era el exceso de aceite.
Para nuestra fortuna y el hambre que teníamos, la entrada llegó rápido. Pedimos un tartare de camarón rojo que venía sobre una crema de aguacate, tenía un aro de plátano y salsa cóctel. El tamaño de la entrada estaba perfecto, la combinación me pareció original y la presentación estaba impecable. Tenía nervios porque muchas veces los camarones arruinan el sabor de la comida, aún así me envalenté y lo probé. A nosotros nos encantó, no sabia tanto a camarón, sabía lo suficiente como para reconocer que lo era. Cuando poníamos un poco de tartare con crema de aguacate encima del plátano era maravilloso.
A los pocos minutos llegaron los platos fuertes, de los cuales tenía muchas expectativas, pues había escogido el sitio porque el risotto de cordero estofado y reducción de oporto y frambuesas me había hecho entrar. Me dio tristeza ver los platos tan pequeños después de haber disfrutado un entrada de buen tamaño. La buena noticia es que quedé llenísima y las apariencias engañaron.
Primero: mi plato. Esto me pareció salido de un cuento de hadas, la combinación de lo salado, lo dulce y lo picante estaba en las proporciones adecuadas. Lo que más me gustó fue que cada bocado era único ya que en cada uno podía hacer la combinación que quisiera con la frambuesa el risotto y el cordero. Así que podía darle un giro frutal o crujiente, salado o suave, picante con dulce, gin con risotto...
Diego se comió unos langostinos braseados con hierbas y vino blanco acompañado con risotto a la parmigiana y germinados de los apóstoles. Probé cada cosa que había en su plato y les puedo decir que el punto de los mariscos era el correcto así como el del risotto, sin embargo, no es un plato que te saque de la casa para salir a comer. Es un plato sencillo al cual le faltó sabor, las texturas eran perfectas pero al llegar a la boca y saborear sentí que algo faltó. Somos unas personas aventureras en cuanto a restaurantes y fanáticas de sabores no predecibles. Es por esto que no recomendamos este plato, sin embargo, se pueden escoger muchísimas otras cosas de la excelente carta de Nolita.
Para terminar: la cuenta y algo más
Es un restaurante que tiene precios que van bien con sus platos, no me pareció caro y lo recomiendo para salir a comer muy tarde, relajarse, tomarse algo y dejarse llevar por la buena música del lugar.
No podría terminar esta entrada sin comentarles lo que recomiendo de la carta. Me quedaron muchas ganas de volver para probar la crema de pimentón con croquetas de queso de cabra, el steak de atún rojo a las 3 pimientas acompañado de puré de arracacha y todos los otros risottos que tienen una pinta de locos:
Risotto pimienta sobre sashimi de atún
Risotto de Tomate ahumado y almendras
Risotto de champiñones y trufa negra
Aunque fuimos sin reserva, les dejo el teléfono (6100080 / 6100716) y la foto que más me gusto:
Entrada: Tartare de Camarón rojo |
Buen artículo, Andrea. voy a visitar ese lugar un día de estos. Keep it up!
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