sábado, 16 de agosto de 2014

Estudiando ando en el Oma Café


Oma, es una marca conocida por vender café y por sus diversas cafeterías en el país, lo que pocos saben es que además, tiene varios restaurantes. Al principio esta idea de Oma como un lugar donde se puede comer algo con todas las de la ley me parecía descabellada puesto que para mi era un sitio de pastelitos, cafés y si mucho sandwiches. Sin embargo, pronto descubrí que tiene mucho más que ofrecer. Desde una variada oferta de comida, desayunos y

hasta un happy hour de cócteles y comida, tuve una noche de agradables sorpresas entre las que descubrí una nueva faceta de Oma como, además, un sitio amigable para estudiar fuera de casa.

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Ese sentimiento de estar cansado de estudiar, sabiendo que no se puede parar, y sentir desespero estando encerrado entre las cuatro paredes de un cuarto creo que es común entre nosotros los estudiantes en al menos un par de ocasiones durante nuestra carrera. Así me sentí yo un jueves, un jueves en el cual muchos estaban de juernes y yo solo podía estar en mi casa estudiando. Llamé a mi novio, que estaba haciendo el mismo trabajo que yo y decidimos encontrarnos en el Oma. La razón de la decisión fue muy fácil, necesitábamos café y salir del encerramiento eterno de ese día.  

Llegamos y todas las meseras nos saludaron amablemente. Nos demoramos en escoger lugar ya que el sitio es bastante grande y se puede escoger entre: una mesa de restaurante normal, sillones con mesa de patas cortas o sentarse en la terraza. De acuerdo a nustras necesidades nos decidimos por la típica mesa de restaurante, entre otras para no quedarnos dormidos en el sofá. Así, empezamos a trabajar aprovechando otra genialidad del Oma: el wi-fi. Es como tener todas las herramientas de mi cuarto pero en un lugar mejor!

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Casi inmediatamente caimos en cuenta que el espacio que propone Oma tiene varias caras: puede ser el lugar perfecto y cómodo para ir a merendar, un lugar agradable para ir a trabajar, leer con un café, o un sitio interesante para ir a almorzar/cenar. Les cuento que no soy la única que va allá a estudiar, muchas amigas me lo recomendaron y por eso fui a dar ahí. El caso es que nos sentamos, cada uno con su computador y en cuestión de segundos nos trajeron la carta, estábamos en happy hour. Pensarán que es una tortura estudiar y tener un happy hour tentándote. Resulta que el happy hour es de tragos y de comida lo cual me pareció fenomenal. Esta promoción va de 3 a 7 pm todos los días, así las cosas, decidimos pedir cafés, la fuente de energía para seguir estudiando. Yo pedí un café jengibre y Diego un moca. Para complementar, pedimos una entrada capresse y una picada de mariscos que también estaba de happy hour. Después decidimos compartir una crema de tomate y un arroz oriental: el caso era de hambre.

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Nos pusimos a estudiar y nos llegaron nuestros cafés, el mío venía con crema chantilly y me gustó que era consistente y no era extremadamente dulce. Además tenía una trampita: un toque de licor. Las entradas también llegaron bastante rápido, lo que más nos gustó fue la capresse, el aceite de albahaca estaba delicioso y los palitos de pretzel también. Lo que me encanta de esta entradita es que no viene con tomate chonto, como generalmente lo sirven en los restaurantes, en Oma lo sirven con tomates cherry y mozzarelines en vez de rodajas de queso mozzarela. Por otro lado, estaba la picada de mariscos, un plato que estaba rico y no más. La foto del plato mostraba unos limones que nunca nos llegaron y la verdad es que a los mariscos les faltó sal, obviamente este último problema lo arreglamos con el salero. 

La picada venía con camarones, calamares, y cubos de pescado; todo esto era apanado. Algo que debo restaltar es que el plato no estaba grasoso, venía acompañado por una ensaladita muy rica y esos cubos estaban deliciosos. Ahora, mirando en retrospectiva pediría un plato con solo cubos de pescado. Un punto a favor es que los sabores estaban cero mariscosos, sabor que detesto. Por el lado negativo, la salsa tartara sabía mucho a mayonesa sabía como a salsa pre-hecha marca La Constancia. La ensaladita tenía una salsa sabor a miel mostaza un poco reducida en agua.

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 La principal característica de este lugar es la atención. Las señoritas son muy amables, siempre estan atentas y la cocina es súper rápida en sacar los platos. Por esto, justo después de comernos las entradas nos trajeron la sopa y el arroz. Personalmente, amo la sopa de tomate de este lugar y me encanta ir solo para tomármela. Esta, viene con queso parmesano rallado, su sabor es un poco ácido pero no demasiado. Diego y yo creemos que la base de la crema es un sobre tipo Knorr o Maggi y lo más curioso es que eso no la hace ni fea ni menos interesante. Es una sopa muy rica, de buena porción y llenadora. Además, viene acompañada de panes tipo integral.

El arroz venía con raíces chinas, ajonjolí, diferentes verduras como: zuchinni, zanahoria, pimentón y cebolla. Como parte protéica había carne, pollo y camarones. La verdad es que decir camarones me suena a manada porque solo había 4 pequeños camarones y había más pollo que carne. Las verduras estaban crujientes, los 4 camarones y el pollo estaban bien pero la carne un poco cauchuda. En general el plato estaba pasado de aceite pero, por otro lado, su tamaño era astronómico, algo que siempre valoro porque vivo con hambre. Si me dejan hacerles una confesión me sobró la mitad y me lo llevé a mi casa para matarlo al otro día.

Antes de despedirme y cerrar esta entrada, quiero darles una palabra que en mi opinión describe a Oma: versatilidad. Es un lugar rico, no muy caro y con una carta amplia que se adapta a muchas necesidades y planes. En él se ven desde amigos charlando con un café hasta empresarios en su hora de almuerzo, pasando por estudiantes trabajando juiciosamente en sus tareas. Los precios oscilan entre 15000-25000 para un plato fuerte y 5000-15000 para las entradas, pero estos se hacen mucho más atractivos en happy hour. De verdad les recomiendo que se peguen el viaje, Oma es un plan dominguero, es un plan para estudiar, es un plan para relajarse y lo más importante para sentirse espectacularmente bien atendido (si no van a estudiar les recomiendo sentarse en los sofás son deli).

Aquí les dejo el link de Oma Café: cafeoma.com

primera, tercera y cuarta foto tomada de: http://173.254.122.220/productos/

segunda foto tomada de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB1V4j2kEqASzuPDSZko3urkCDn2-BY-TVVGWmyBHQBuq4-DJJ6pPTyXCb-18XRpz62UaYvOTljegHw2hh_7qqyRiGVcqiQkr7D21mByhCv8OFOafbZfvQAooBsUgZnzAtbh6vk-Pv1_E/s320/IMG_0461.JPG 




 

sábado, 9 de agosto de 2014

Martes de Visa


Aprovechando los famosos martes de Visa, aquí en Colombia, mi novio y yo decidimos ir a Hard Rock Cafe. Para aquellos que nunca han escuchado algo sobre los martes de Visa, déjenme deleitarlos. Si usted tiene una tarjeta visa los martes van a ser sus días favoritos. Resulta que hay ciertos restaurantes que le dan un 30 % de descuento sobre el total de la cuenta cuando paga con su tarjeta Visa los días martes de 7pm a 10pm. ¿No es esto genial? Mis martes más que todo se voliveron martes de Hard Rock Cafe. 

En esta entrada les contaré sobre mis dos experiencias en Hard Rock, 2 martes distintos. Este lugar me encanta no solo porque su ambiente no tiene que ver nada conmigo sino porque considero que la hamburguesa de este restaurante es la mejor del mundo, claro, después de la de mi abuela. Soy una persona cero rockera, admiro los tatuajes de otros pero no me gustan los tatuajes en mi cuerpo y aunque tengo 2 piercings son convencionales así que cuentan como 2 aretes más. Aquí los meseros son geniales, con sus cortes de pelo muy excéntricos y sus tatuajes que resaltan en sus brazos, sus infinitos piercings en la cara y su estilo rockero y amigable para atender a los clientes. Esos estilos no van con mi personalidad y este sitio me encanta porque puedo ir a comer bien y a admirar estas personas arriesgadas con sus looks. 

Hard Rock es fantástico porque su decoración es igual en todos los restaurantes del mundo y aun así logran ser diferentes. Es decir, alrededor del mundo los Hard Rocks son iguales porque tienen el mismo estilo musical y decorativo no obstante, los accesorios de cada establecimiento son diferentes. Por ejemplo: en el restaurante de Bogotá encuentra una camiseta que usó Adam Levine en un concierto pero en Madrid encuentra otra prenda que usó Shakira. Es una experiencia muy linda pasearse por el restaurante y ver qué accesorios de grandes artistas están ahí y en ninguna otra parte del mundo. La música es casi siempre rock y pop rockero, de vez en cuando hay música en vivo y les cuento que ahí puede pasar de todo. Una vez me tocó un grupo de Metal y otro día una poeta declamando su poesía erótica. Este es un restaurante con un ambiente no convencional, aquí no hay protocolo aquí es diversión en pasta.

Curiosamente, siempre que vamos Diego y yo escogemos la misma mesa, no se si por casualidad o es la que hay pero siempre será un booth. Claramente lo que he pedidio toda mi vida, lo que seguiré pidiendo y lo que pedí ese día fue la misma hamburguesa de toda la vida, la original, la mejor : La Legendary 10 Oz Burguer. Siempre se me hace agua la boca cuando pido esta hamburguesa, que es un poco demorada y que vale 100% la espera. Es muy lindo cómo siempre vemos toda la carta y siempre pedimos lo mismo. Mi recomendación es que pidan esta hamburguesa y que miren la sonrisa tan espectacular que hace el mesero porque sabe que eres un Hard Rocker de verdad.

Bueno, ya les conté lo lindo, ahora la mala noticia. Ya no hay Legendary 10 Oz. La semana pasada me encontré con una tal y supuesta "Legendary" 8Oz Burguer. ¿Con qué derecho me quitan 2 onzas de mi hambuerguesa favorita en el mundo? claro con el permiso del dueño que no sabe que se tiró la historia de la mejor hamburguesa del mundo. Fue una tristeza y una desilusión porque el sabor no era el mismo. Si ustedes tuvieron esa experiencia de comer la legendaria de 10 onzas aférrense a ese sabor y no lo dejen ir. 

Cuando nos llegó la tal 8 Oz la probamos. Oigan, no era tan jugosa ni tan tierna como la de 10. No era tan gruesa ni gustosa, no sabía a carne y su cocción era diferente, el término no era el de una carne término 1/2, no estaba roja por dentro. Esta hamburguesa no era realmente original no tenía un sabor diferente a las demás no era la hamburguesa super wow de 10 onzas jugosa, bien hecha que al ser combinada con la tocineta, el aro de cebolla apanado y el queso hacían fuegos artificiales en el paladar. Les juro era simplemente deliciosa pero ahora me parece que ese día que probé la hambrguesa con dos onzas menos supe que era más original una hambueguesa al carbon 3/4 de libra de El Corral que esa tal legendaria chiviada. 

Se me olvidaba hablarles de los acompañamientos como las papas que siguen siendo iguales ni fu ni fa, están bien pero he probado mejores. No pierdan la esperanza, vayan a ver si de casualidad a nosotros nos tocó vivir un mal día, aprovechen el happy hour porque tienen unos cocktails muy ricos y originales. Aprovechen este restaurante que es algo fuera de lo normal el ambiente es amigable. De verdad los meseros son muy parceros, son personas que no vas a encontrar en otro restaurante y eso me gusta. Me gusta que no juzguen a las personas por tener tatuajes o aretes o incluso por cortarse el pelo y pintarlo de una forma que tal vez no se nos ocurra a nosotros. 

Los invito, de verdad, vayan que las hamburguesas son muy ricas, por lo general. También tienen una ensalada que se llama Honey-Citrus Grilled Chiken Salad, es riquísima, tiene pollo marinado cajún, naranja, pimentón, diversas lechugas, queso azul, julianas de cebolla, cranberries, nueces picantes  y un aderezo con miel y cítricos (lo anterior es para los/las que están a dieta). Les dejo el link para que exploren la página y vean el menú con sus precios: 
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTvP6Luqesft6HIBjlTI3mtBAMtQK4-UvtGy9rVGtwcWUl0bNR5eHSA6uW5uoTLiLX6MpYiMNcd5tLPEinbCJOI8G9Es3W6CfICZya_STbHnUe3XwHVchffv3hKwpCIb0yepADx1j5PgY/s1600/DSC_0241-8.jpgla

la cuarta foto fue tomada de:
https://www.google.com.co/search?q=hard+rock+cafe+bogota&client=firefox-a&hs=XuG&rls=org.mozilla:en-US:official&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=gqDmU4HdE9OcygSEsoKACQ&ved=0CAgQ_AUoAQ&biw=1280&bih=546#facrc=_&imgdii=_&imgrc=yGDhLeqRBjbE6M%253A%3BCspQuzvnH_9_aM%3Bhttp%253A%252F%252Fwww.burodebogota.com%252Fsites%252Fdefault%252Ffiles%252Fimage018.jpg%3Bhttp%253A%252F%252Fwww.burodebogota.com%252Fes%252Forganizadores-de-eventos%252Fcongresos-y-convenciones%252Fplanea-tu-evento%252Fvenues-elige-tu-lugar-en-bogota%252Fvenues-no-convencionales%252Fhard-rock-cafe-bogota%3B307%3B230

lunes, 30 de junio de 2014

Bienvenidos al Mediterráneo


En una esquina del barrio tradicional San Antonio, en la ciudad de Cali, se encuentra el restaurante Azul. Este es un restaurante boutique de color azul y terracota, es bastante amplio y fresco, perfecto para el terrible calor que hace en esta ciudad. Su decoración sencilla y mediterránea es característica del lugar: Los cojines de colores, cuadros de especies arábicas, saleros pintados a mano con figuras arabescas y su chef con un inigualable carisma. Este es uno de mis restaurantes favoritos en Cali, al llegar me sorprendieron los platos nuevos de la carta. Sin duda alguna quería probarlos todos.

Como es usual, estaba indecisa y no sabía si pedir el conejo en salsa de frutos secos  o el tajin de cordero con dátiles. Como pueden ver, la comida es muy mediterránea, inspirada en la comida de marruecos y la comida española. Mientras mi familia y yo decidíamos qué queríamos pedir, Diego, el mesero de toda la vida del restaurante nos trajo las entradas de la casa. Antes de hablarles de estas deliciosas entradas quiero hacer un paréntesis para hablar de Diego. Este señor es un personaje, sonriente, carismático, atento, gentil y ya de tanto ir a Azul se ha vuelto un amigo de la familia. Ahora sí, las entrada es una canasta que viene acompañada de unos encurtidos, uno de zanahoria y el otro de berenjena. El de berenjena es un sabor muy árabe, las berenjenas fueron ahumadas y luego condimentadas con perejil, aceite de oliva y un poco de ajo. El encurtido de zanahoria es un poco más especiado y por esto no logré reconocer todos los sabores, no obstante, les puedo decir que tiene ajo, curry, laurel, cebolla troceada muy finamente, aceite de oliva, tomillo y azahar.

Despues de tanto pensar, decidí pedir una sopa llamada "Harira" hecha de garbanzo, cordero, lentejas amarillas y couscous. Lo anterior era la entrada, de plato fuerte me fui con el tajin de cordero. Mientras esperábamos nuestros platos nos relajamos con la música que ambienta este aromático lugar, era puramente instrumental y relajante.

Llegó mi entrada y era una sopa que se veía pequeña pero después me di cuenta que estaba a punto de llenarme, una buena porción. Este sabor les juro que es algo indescriptible, es magia hecha sopa. Yo soy fan de la comida árabe, condimentada y especiada a morir. La Harira sabía a curry, sabía a limón en salmuera, tenía un poco de cabello de ángel y estaba ligeramente picante. Era una mezcla sensacional de sabores que tienen que probar ustedes mismos. El plato fuerte era otra muy buena porción. Había una cama de cuscous sin salsa y encima estaba el cordero tiernecito con dátiles, cebolla caramelizada, maní, y tomates cherry. El cordero estaba gustoso y al mezclarlo en el paladar con el couscous se hacía un buena combinacion de texturas y sabores. El plato era bastante grande y yo que soy buena muela no me lo pude acabar. También estaba un poco dulzón y la salsa del cordero era suavemente parecida a la textura de la miel, por esto es indispensable tener una bebida al lado.

Ese día, creo yo, que fue la primera vez que salí de azul sin comerme el mejor postre de maracuyá que he probado en este planeta. Es un postre que siempre puedo recordar con una sonrisa, no sabe mucho a crema de leche y tampoco es ácido a morir pero tiene una cucharada de maracuyá encima y cuando se combina el maracuyá natural con el mousse eso hace una explosión de sabor en la boca, es sencillamente el mejor del mundo. Por otro lado, tristemente, la cocinera Martha Izquierdo no estaba y esto es triste porque me encanta pedir sus platos clandestinos. Estos platos son hechos por ella misma y son diferentes siempre porque llega a la mesa lo que a ella le haya gustado hacer esa noche. De las más de diez veces que he ido a Azul el 90% he pedido platos clandestinos y nunca me ha llegado algo parecido, es una muy buena opción para los indecisos como yo.

Para terminar, como siempre, precios: los platos oscilan entre 30 y 40 COP es un restaurante costoso pero vale la pena pagar por todas las delicias que Azul tiene que ofrecer. También quiero aclarar que si no eres una persona que le gustan las cosas condimentadas y de sabores fuertes, aromáticas y especiados este pueda que no sea la carta con la mejor oferta, sin embargo, podrás encontrar platos de carnes rojas y blancas, pastas y ensaladas que no están muy condimentadas. Azul es la mejor opción para transportarte al mediterráneo y tener una velada muy tranquila.


sábado, 24 de mayo de 2014

De la gloria al sufrimiento



Restaurante La Gloria

Hace poco estaba buscando restaurantes en Bogotá y encontré una página web muy bonita y bien montada. Las fotos de los platos se veían muy bien y decidimos ir ahí. 
Cuadro de New York















La entrada era hermosa, había unas mesas al aire libre con árboles decorados con luces y era muy acogedor. Sin embargo, entramos al restaurante ya que hacía frío y nos sentamos frente a la chimenea. El piso era de madera oscura y las paredes eran muy afrancesadas, la decoración era una mezcla de arte y decoración francesa. Todos los cuadros estaban a la venta había uno de un lobo feroz, había otro que era una foto de New York tomada desde el aire en un cuadro redondo y otro que era el mismo formato pero la fotografía era de productos en un mercado asiático. 

La carta era corta y se veía bien. La especialidad de la casa eran las moules frites pero yo quise pedir un salmón en salsa de miel y soya acompañado de un ceviche de mango y arroz con coco, mi novio pidió un lomo de atún rojo a la plancha con una vinagreta de soya y cítricos. Debe parecerles que suena bastante bien no? Como entrada pedimos unos montaditos de pulpo con pimentón y zucchini. Además, la casa nos trajo una entrada de platanitos con pico de gallo. El pico de gallo estaba muy rico porque tenía mucho limón como a mí me gusta. Todo empezó muy bien hasta esta entrada de la casa, los meseros empezaron a ser groseros y desatentos, la entrada del pulpo se demoró eternidades y teniendo en cuenta que éramos los únicos en el restaurante, no puedo imaginarme cómo hubiera sido todo si hubiese estado lleno. 

Cuando nos trajeron los platos fuertes llegaron junto con la entrada lo cual es desastroso en todo sentido. Para más desgracias, al servir el plato de mi novio hubo un desequilibrio y le regaron la salsa del pescado en su celular y su brazo. Después de semejante inconveniente, probamos nuestros platos y la mala suerte seguía estando de nuestro lado. Mi salmón no sabía a soya con miel, más bien sabía a salmón con salsa teriyaki, algo que claramente cualquiera puede hacer en su casa. Eso que en la carta se hace llamar ceviche de mango no era nada más que mango, cebolla roja y pimentón cortado en julianas y puesto en desorden en la esquina del plato. Qué locura, todo parecía hecho de afán y sin amor por la cocina. El plato de Diego era un pescado seco, seco, sequísimo con una salsa  tan dulce que ya solo sabía a azúcar ¿¡Cómo se tiran un lomo de atún de esa forma!? Me daba tristeza saber que esos pescados, que son tan buenos, habían sido mal preparados.

 Luego, probamos la entrada y fue otra desilusión fuertísima. El pan estaba viejo y lo que venía encima era pulpo cortado con pimentón cortado en cuadritos, para esa gracia lo hago en mi casa y me hubiera quedado tres mil veces mejor, pues me encanta cocinar y considero que no lo hago nada mal. Para rematar los meseros nos trajeron de cortesía un postre “ruso”, que sabía bastante mal, el cual dejé en la mesa con haberlo probado solo una vez. Este último, sabía a postre de agua de fresas remojadas. Este pésimo restaurante, quizá el más malo al que he ido en Bogotá y al cual nunca jamás quiero volver, se llama La Gloria pero de Gloria no tiene nada. Sus platos son insípidos y hechos de mala gana, no saben cocinar pescado y mucho menos hacer algo ni cerca de un ceviche o unos montaditos. 

Este lugar es realmente malo cuando verdaderamente debería ser bueno. La Gloria debería ser bueno simplemente porque su ubicación no le ayuda en ningún sentido y sólo por esto su cocina debería resaltar. No existe ningún incentivo a ir a ese sitio: ni la comida, ni el servicio, ni el lugar, ni nada de nada.  El parqueadero más cerca de La Gloria se encuentra a 1 cuadra, en Carulla, y a 4 cuadras de donde empieza la zona G. 

Para rematar la noche, el dueño, un belga, nos preguntó cómo nos había ido, sin verguenza le dijimos que horrible y le explicamos todas nuestras razones. Su reacción displicente fue la siguente: “aaa, bueno gracias” se dio media vuelta y se fue. Consideramos que el dueño, Julián de Bedout, no está listo para asumir la responsabilidad de un restaurante como este, que tiene un buen potencial que no supieron explotar.

Esta vez no les voy a hablar de precios porque no me interesa que vayan, es un lugar bastante malo y preferiría ir al Corral a disfrutar una buena hamburguesa antes que ir a ese restaurante que no me dejó ningún buen recuerdo. Es triste cuando todo sale mal, ya les había dicho que yo sé qué es ser mesera y más aún sé qué se siente que no dejen propina, aún así decidimos no incluirla. La cocina lo hizo muy mal, los meseros también y el dueño mucho peor. En la tarde habíamos buscado el teléfono por internet y tratamos de llamar el resto del día pero nadie contestó, por internet la reserva estaba habilitada para dentro de dos semanas, como si estuviesen llenos y fuimos arriesgando mucho pero no ganamos nada, llegamos a un restaurante vacío, un presagio de lo que nos esperaba.

Me impresionó mucho que haya dos sedes en la ciudad, una en la macarena y la otra en la casi zona G. Los comentarios que leí me dejaron desconcertada: Vive In califica su comida como 5/5 y su servicio como 4/5, por otro lado PlanB califica al restaurante como 4/5. No se si fue un mal día para el restaurante o realmente es muy malo, si después de este review quieren averiguarlo ustedes, aquí les dejo el link para que vean que todo tenía buena cara y de paso esperamos sus comentarios:

http://www.restlagloria.com/


 

domingo, 18 de mayo de 2014

Viernes de tragos


Para celebrar mi último día de clases del semestre decidí ir a tardear a un bar de Bogotá. Inicialmente iba a ir a un restaurante pero encontré un plan aún mejor en Chelsea Bar. Este fantástico lugar queda en la terraza del último piso en el hotel Bioxury.  Convencí a mi novio, pues la siguiente combinación me atrajo: tarde+terraza+ tragos

Estábamos terriblemente cansados de trasnochar y el sitio nos pareció ideal para descansar de todo y de nada. Al lado de la tienda Cachivaches, en la 83 con 9 está el hotel Bioxury donde nos recibieron con una amable sonrisa a la entrada. Subimos a este lugar y fue encantador, atravezamos la parte cubierta para aquellos friolentos y escogimos una mesa en la terraza en donde se veía Bogota en todo su esplendor. Una ciudad hermosa: a la izquierda unas montañas verdes cubiertas por una neblina densa y a la derecha la ciudad encendida preparándose para la noche. Había tantas nubes que el cielo reflejaba las luces de la ciudad y se veía blanco con fondo azul marino.


Nos trajeron la carta en una tablet algo que me pareció fenomenal y una buena alternativa para el gasto de papel.  La mesera nos recomendó la especialidad de la casa: tea tonics, una mezcla de tés de diferentes sabores con ginebra. Yo pedí el tea tonic citrico y Diego pidió el de naranja. Llegaron unos tragos de buen tamaño que estaban muy ricos, no estaban ni fuertes ni ácidos. Pregunté qué ginebra usaban y me dijeron que Bulldog lo cual no me pareció nada mal. Recostados en el sofá disfrutamos nuestros tea tonics y una tarde-noche muy fresca y agradable. La música me pareció perfecta para el día pero de esto no les hablaré mucho porque poco sé. Sólo puedo decirles que el ambiente me pareció ideal para una tarde de viernes acompañada de mi novio y un cansancio acumulado de una semana de arduo trabajo. 


Cuando se acabaron los cocktails pedimos una entradita que me desilusionó muchísimo. Hay que aclarar que el bar no ofrece comida, sin embargo, tienen un convenio con el restaurante del hotel. Este restaurante llamado Mistral, de los mismos dueños de Mr. Ribs, Simón Vigoda y Max Zalta. Pedimos unas papas con champiñones, tocineta y queso pero nos llegaron unas papas cortadas a la mitad un poco ahondadas y cubiertas con queso. Unas estaban rellenas con tocineta, otras con champiñones y otras simplemente no estaban rellenas. Esto no era precisamente lo que decía la carta y por ende lo que estábamos esperando. Además, la entrada venía acompañada de una salsa o algo más bien parecido a una crema estilo ranch con ajo que, a pesar de ser rica, no combinaba con las papas. Con esto tuvimos suficiente para decidir que ahí no queríamos tomar nuestro plato fuerte. Nos inclinamos por algo más bien chatarroso y ya les contaré a donde fuimos a dar.


Pedimos una segunda ronda de tragos pero esta vez Diego pidió un Martini y yo pedí un Gin & Tonic con Bulldog. La segunda ronda estuvo bien pero definitivamente me quedo con la primera. La diferencia fue la originalidad. A decir verdad me gusta más como yo hago mis Gins y a pesar de que este no era malo el tea tonic me pareció diferente y mucho más rico que cualquier otra cosa de la carta. El Martini que pidió Diego estaba según su descripción poco fuerte pero bien.

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El hambre empezó a hacer presión y gracias a la aplicación Foodspotting, un app que muestra fotos de platos en restaurantes cercanos, encontramos algo que se veía prometedor. No les digo prometedor al estilo Criterión sino algo más informal. Encontramos la Xarcutería. Sabíamos que allá íbamos a terminar pero decidimos dar una vuelta por la T y la 85, aún así terminamos en donde habíamos empezado. Entramos a este lugar en la carrera 15 con 83 y es literalmente un chuzito acogedor. Las mesas son en madera y la carta es bastante corta, no obstante, no sabíamos qué escoger. Finalmente yo me pedí lo que había visto en la foto de la aplicación: el pulled pork sandwich y Diego pidió una salchicha artesanal a la cerveza cubierta con cebolla refrita. Para acompañar nuestros platos pedimos papas fritas con salsa brava y más cebolla frita. Todo estaba muy rico pero a mí me gustó más mi plato. Era un sándwich con manzana verde, cerdo desmechado y ahumado con un pan delicioso. En general es un buen lugar de comidas rápidas, la atención fue buena y esto sí era cero costoso.



Como siempre, terminaré hablándoles de precios:


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En Chelsea Bar los cocktails oscilan entre 25 y 30, mejor dicho los tea-tonics valen 30COP y el resto de los tragos puede variar pero está alrededor de 25COP. En la Xarcutería los precios de las salchichas, que en verdad son perros calientes un poco gourmet, y los sándwiches están entre 15 COP Y 20 COP con acompañamiento. Vale la pena aclarar que lo que viene con los sándwiches es adicional y uno lo puede escoger. Si no quieren papitas o este tipo de cosas resten 4 mil pesos al promedio entre 15 y 20 mil.  Este plan lo recomiendo para una noche casual en la cual no quieran reservar ni arreglarse para salir a comer.

Aquí les dejo los links de Chelsea Bar y de la Xarcuteria:

http://www.laxarcuteria.com.co

 Foto 1 del app Foodspotting 

domingo, 11 de mayo de 2014

Uy! ¿Qué vamos a comer hoy?...

El miércoles pasado estaba haciendo tantas cosas que, tarde en la noche, me percaté que no había comido. Dado que el jueves era festivo gracias al día del trabajo, mi novio y yo decidimos salir para relajarnos un rato de los intensos trabajos de la Universidad.


Escogimos una calle muy restaurantera de Bogotá, la calle de: Central, Casa, BBC, Di Lucca, entre otros. Los que les mencioné anteriormente son los que más se conocen y como sabrán no era precisamente ahí donde queríamos ir. Caminando por la calle, leímos todas las cartas que estaban a la entrada de los restaurantes y hubo una que me llamó la atención de inmediato. Al leer la descripción de ese risotto supe que ese era el lugar, además, nunca había escuchado hablar del lugar y era justo lo que estaba buscando esa noche.



Entramos al restaurante Nolita y me dio la impresión de que este era el restaurante perfecto para salir a comer tarde. La luminosidad era tenue lo cual lo hace perfecto para un date o simplemente compartir con tu pareja. 



Al principio notamos un poco de desorden entre los meseros, todos pasaban delante de nuestra mesa y no se percataban de nosotros hasta que unos 10 minutos después a alguno le pareció importante atendernos. Voy a ser sincera, el servicio no es el mejor, así que si su prioridad es que lo atiendan bien este no es el lugar. Ese día no tenía mucho afán ni quise preocuparme por la atención, solo quería disfrutar de una buena compañía para finalizar el día entonces no me paré y me fui. 

Como el lugar provocaba tomarse un cocktail, eso hicimos. Pedí un gin & tonic que estaba muy rico y mi novio un mojito de lulo que estaba súper refrescante. Mientras disfrutábamos nuestros tragos comentamos lo único que es Nolita. En la entrada hay una terraza con mesas para sentarse a comer y charlar con amigos en un día muy casual. Dentro del restaurante el ambiente cambia: hay mesas para disfrutar una cena y un espacio delimitado que daba la apariencia de una sala para aquellos que ya habían cenado y querían sentarse a beber algo. Asimismo, había una barra para aquellas personas que la prefieren sobre todas las cosas, al verla, me imaginé a mí misma disfrutando un cocktail con una entrada de dátiles con tocineta en crema roquefort. También había un patio trasero con mesas para cenar. El patio se veía muy agradable con su muro verde y los grupos de amigos descansando del trabajo. 



Como entrada de la casa nos trajeron tepenade de aceitunas con pan. El pan no estaba rico era mas bien simple y el tepenade estaba muy aceitoso, le faltaba consistencia. De sabor no estaba mal, el problema era el exceso de aceite. 



Para nuestra fortuna y el hambre que teníamos, la entrada llegó rápido. Pedimos un tartare de camarón rojo que venía sobre una crema de aguacate, tenía un aro de plátano y salsa cóctel. El tamaño de la entrada estaba perfecto, la combinación me pareció original y la presentación estaba impecable. Tenía nervios porque muchas veces los camarones arruinan el sabor de la comida, aún así me envalenté y lo probé. A nosotros nos encantó, no sabia tanto a camarón, sabía lo suficiente como para reconocer que lo era. Cuando poníamos un poco de tartare con crema de aguacate encima del plátano era maravilloso. 



A los pocos minutos llegaron los platos fuertes, de los cuales tenía muchas expectativas, pues había escogido el sitio porque el risotto de cordero estofado y reducción de oporto y frambuesas me había hecho entrar. Me dio tristeza ver los platos tan pequeños después de haber disfrutado un entrada de buen tamaño. La buena noticia es que quedé llenísima y las apariencias engañaron.

Primero: mi plato. Esto me pareció salido de un cuento de hadas, la combinación de lo salado, lo dulce y lo picante estaba en las proporciones adecuadas. Lo que más me gustó fue que cada bocado era único ya que en cada uno podía hacer la combinación que quisiera con la frambuesa el risotto y el cordero. Así que podía darle un giro frutal o crujiente, salado o suave, picante con dulce, gin con risotto...



Diego se comió unos langostinos braseados con hierbas y vino blanco acompañado con risotto a la parmigiana y germinados de los apóstoles. Probé cada cosa que había en su plato y les puedo decir que el punto de los mariscos era el correcto así como el del risotto, sin embargo, no es un plato que te saque de la casa para salir a comer. Es un plato sencillo al cual le faltó sabor, las texturas eran perfectas pero al llegar a la boca y saborear sentí que algo faltó. Somos unas personas aventureras en cuanto a restaurantes y fanáticas de sabores no predecibles. Es por esto que no recomendamos este plato, sin embargo, se pueden escoger muchísimas otras cosas de la excelente carta de Nolita.




Para terminar: la cuenta y algo más



Es un restaurante que tiene precios que van bien con sus platos, no me pareció caro y lo recomiendo para salir a comer muy tarde, relajarse, tomarse algo y dejarse llevar por la buena música del lugar.



No podría terminar esta entrada sin comentarles lo que recomiendo de la carta. Me quedaron muchas ganas de volver para probar la crema de pimentón con croquetas de queso de cabra, el steak de atún rojo a las 3 pimientas acompañado de puré de arracacha y todos los otros risottos que tienen una pinta de locos:

Risotto pimienta sobre sashimi de atún

Risotto de Tomate ahumado y almendras 
Risotto de champiñones y trufa negra



 Aunque fuimos sin reserva, les dejo el teléfono (6100080 / 6100716) y la foto que más me gusto:


Entrada: Tartare de Camarón rojo

miércoles, 30 de abril de 2014

Déjate guiar por el sabor Mexicano



Hace unos días decidí que quería ir a un restaurante no convencional, un restaurante que implicara salir de mi zona de confort para romper la rutina. Me habían hablado del restaurante Agave Azul en el barrio La Macarena en Bogotá. Leí un par de reviews en internet en donde decía que si se quería probar comida mexicana de verdad este era el restaurante. Pensé que no iba a conseguir reserva, ya les contaré por qué…

En la oscuridad de la carrera 3A con 26B hay una puerta de madera que nunca hubiera sabido que tenía un mágico restaurante dentro. Al timbrar, me recibieron muy amablemente y me hicieron seguir por una puerta de cristal al restaurante más pequeño y acogedor en el cual he estado en Bogotá. Lo primero que pensé fue "cuán afortunada soy por haber conseguido reserva hoy que me dio el capricho mejicano". No les voy a mentir, en el primer piso había 5 mesas y lo más fascinante era que la cocina quedaba a plena vista, se sentían los aromas y una buena vibra. Al sentarme, me entregaron la carta, donde obviamente lo más recomendado eran las margaritas. Nunca había leído mezclas tan pero tan extrañas y, a decir verdad, estaba con ganas de todo. Finalmente, me decidí por una margarita de pepino con picante. No se imaginan el destello de sabores, la mezcla me encantó y volvería a ese sitio solo para tomarme cinco de esas.

Curiosamente, la única carta que hay en el restaurante es de bebidas porque carta de comidas no hay. Eso al principio me chocó mucho porque no hay nada más relajante que sentarse a pensar "y qué voy a comer hoy?" La mesera me comentó que el objetivo del Agave Azul es guiar a sus comensales con los sabores para que se deleiten al mejor estilo mexicano. Así las cosas accedí. La primera entrada eran unos dumplings rellenos de queso con una trufa llamada huitlacoche acompañados de una salsa picante. A pesar de que no se mucho de trufas me interesó mucho que me especificaran que ese hongo era el que le sale al maíz . Pues bueno, después de un par de mordiscos me pareció que el sabor del queso era predominante y no había destellos de trufa. En el plato había dos dumplings muy pequeños a decir verdad. Al inicio me desilusioné un poco, pero la cosa remontó increíblemente. En la segunda entrada vinieron dos langostinos a la parrilla sobre una capa de repollo con chipotle y mayonesa y unas tortillas para envolver esta mezcla. No se imaginan la delicia, con esta entrada quedé embrutecida, todos los sabores resaltaban y las tortillas estaban a una temperatura perfecta para el tacto. No soy muy fan de la comida con las manos pero vale la pena usar todos los sentidos en este restaurante. Llegamos a la tercera entrada: les presento las tortillas de maíz con frijol refrito, jaiba y aguacate. Creí haber detestado la jaiba hasta probar este manjar. No sabía ni muy fuerte ni muy suave. Era un sabor preciso, gustoso y aromático, perfecto para un paladar aventurero. En mi opinión esta fue la mejor de la entradas.

Ahora, es hora de pasar a los platos fuertes, porque seguimos con hambre, mucha hambre...
Las carnitas con cerdo desmechadas a la naranja y cebolla roja estaban bien, no me parecieron para tirar cohetes. Venían acompañadas con fríjol refrito, ají habanero (mi favorito), guacamole y tortillas. Este no era el típico taquito o tortilla tex mex que comemos en la calle. Era todo un plato gourmet que me dio gusto probar. No obstante, sin duda alguna, el segundo plato fuerte se llevó al primero por mucho. Era una carne cocinada durante ocho horas, la desmecharon en la mesa y solo de ver lo blanda y jugosa que estaba se me hizo agua la boca. La lógica del asunto era sencillísima, coger una tortilla ponerle un poco de carne con gotitas de limón, disfrutar las texturas y los sabores. Me encantó haber escogido este restaurante, como siempre, no todo puede ser perfecto para el paladar pero sin duda alguna volvería para dejarme guiar por los sentidos y disfrutar la comida con la mano, los olores, las texturas y la mezcla de sabores. 

Por último, precios....
Teniendo en cuenta que soy una persona que come mucho, que probé todos los platos que me ofrecieron y quedé con hambre les digo que es un restaurante costoso. Pero, no por eso pueden dejar de ir. Vale la pela ahorrar para ir a comer a restaurantes como estos. Por qué se los digo? pues fui mesera un par de meses y se el tedio que es atender personas resabiadas, groseras, displicentes y demás; en Agave Azul la Dueña me hizo sentir como en casa. La atención que recibí fue personalizada, la dueña siempre estuvo atenta a mis gustos y desgustos y me encantó que estuviese en la cocina, no solo observando que todo saliera bien sino siendo amiga del personal. No es el sitio para que te traten como un príncipe o una princesa, es el restaurante para ir a disfrutar sin protocolo una de las mejores comidas mexicanas de la ciudad. 

Entrada: tortilla de jaiba con frijol refrito y aguacate 


Aquí les dejo el link del restaurante:
restauranteagaveazul.blogspot.com