miércoles, 2 de diciembre de 2015

Los malos detalles de Tábula

Tábula es un restaurante que queda en la macarena al lado de Donostia y Smokin Molly. El sitio es una espacio enorme lleno de mesas con buena luz y una carta muy colombiana. Para empezar pedí una lulada y Diego un Gin&Tonic. La lulada estaba deliciosa, el ácido estaba perfecto, tenía buenos trozos de lulo y en verdad una muy buena lulada. El cóctel de Diego lo sirvieron en la mesa y estaba bien también. La casa nos trajo una especie de tahini con pan como entrada. Al tahine le falta mucho para llamarse así, era más bien una pasta de garbanzos, si bien estaba simple no estaba feo. Para empezar pedimos un rabo de toro endiablado y unos capelletti de gallina criolla en salsa de queso paipa y almendras.


El ambiente del lugar no es nada especial, este restaurante es un lugar para ir a comer comida colombiana gourmet, con un giro muy interesante y prometedor, aquí lo más interesante es la carta. Algo que me encantó es que usan productos que generalmente no comemos y los vuelven súper llamativos y deliciosos, como ese plato de capellati de gallina del cual les hablaré. Llegó el rabo de toro, se veía delicioso y olía muy bien. En los primeros bocados sentí un toque perfecto de picante, una carne muy suave que se deshace en la boca debido a su cocción y un puré de papa muy sedoso, sin embargo, estaba saladísimo e imposible de comer, la boca se me secó por completo y devolvimos el plato. Lo cambiamos por unos chorizos artesanales con chimichurri de limones en salmuera.  

Luego nos llegaron los capelletti, con ese plato se reivindicaron hasta cierto punto. El plato estaba bien quesudo por fuera y por dentro de esa especie de ravioli había un guiso colombiano de un sabor impresionante y la gallina estaba muy rica! No obstante, otro mal detalle, en uno de los capelletti me salió un gordo con hueso y a mi parecer, eso en un restaurante de ese calibre es inaceptable. Ya me dio pena volver a devolver el plato y saqué el gordo con su hueso y me comí el resto. De sabor estaba increíble y la mezcla del queso con el cilantro, las almendras, la gallina y el guiso estaba fantástico. Cero e iban dos, los sabores buenos y prometedores pero me parece que no hay el trato que se merecen estos productos. Por otro lado, el servicio empezó muy amable y pasado de atentos, hay veces era un poco hostigante. Luego, se volvieron volados y nos olvidaron casi por completo. Pedí un pitillo que me trajeron después de pedirlo 2 veces y les importó cinco que el plato hubiera estado salado y el otro con gordo+hueso. Además, les pedí el favor de poderme quedar con una carta porque me encanta verlas y seguir antojándome, me la quitaron un momento para dársela a otro cliente y prometieron traerla de vuelta, nunca pasó. 

Bueno, tercer plato: el chorizo, se veía delicioso tenía muchas ganas de probarlo. No se veía tan artesanal como lo decía la carta y cuando me salió otro gordo, enorme, entendí el artesanal del cual hablaban. No sé si eso era lo que querían que yo pensara pero ahí estaba el tercer pésimo detalle, para mi gusto. El chorizo estaba muy bien condimentado, estaba sabroso, fuerte de sabor y era de verdad para compartir. El picadillo sí estaba fenomenal, me fascinó, y con el chorizo se mezclaban muy bien los sabores porque le bajaba el sabor gastritudo típico de un chorizo. A pesar del gordo, vale totalmente la pena. La verdad al sitio le hace mucha falta un buen administrador porque sumando detallitos perdieron muchos puntos. El restaurante no estaba lleno y en términos generales el servicio brilló por su ausencia. Hay una falta tremenda de administración, en mi opinión. 

Para terminar pedimos un carpaccio de muchacho ahumado, con mostaza de la casa y cama de vegetales. Cuando llegó el plato no vi los vegetales y cuando busqué bien, estaban debajo de la carne unas lajas finas de zuchinni y berenjena que a mi parecer no es que sea una cama de muchos vegetales sino una cama, pequeña, de zuchinni con berenjena. Pero bueno, el sabor impecable, definitivamente después del postre el mejor plato de la noche. El ahumado de la carne estaba sensacional, el frescor de los dos vegetales impresionante y el toque de la mostaza de la casa terminaba de hacer boom en la boca. La quemestesis que se sentía, gracias a la mostaza era muy interesante. El carpaccio, único en este mundo, delicioso, lleno de potencia y quizá uno de los mejores que he probado. Este sí era un plato perfecto a la altura de Tábula. 

Para finalizar un exquisito postre ultra wow y sencillo. Como ven en la foto no es lo más atractivo visualmente pero prueben eso y se vuelven adictos!! Esto es una trufa de chocolate colombiano. La textura era perfecta, lisa y suave. Sabor dulce y amargo ya que el chocolate era oscuro. El helado le baja un poco lo intenso y es totalmente un postre para compartir. Este plato es sencillo y justamente por eso brilla, es espectacular y un lujo poder comernos algo tan rico con chocolate de nuestra tierra. La mesa que teníamos al lado lo pidió antes de que nosotros empezáramos a comer y la estadounidense que estaba ahí le dijo a su amiga que era de los mejores postres de chocolate que había comido en la vida, estoy de acuerdo con ella. 
En conclusión, el lugar tiene un potencial enorme porque la idea de los platos es exageradamente buena. Si bien el concepto de los platos es bueno y tienen un potencial increíble, les falta meterle primera a la ejecución. Falta concentración en el servicio y la cocina. No lo recomiendo todavía porque esos detalles me desinflaron pero el día que arreglen estas cosas, Tábula será un restaurante que frecuentaré. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Amores y desamores en Agadón

Agadón es un restaurante que causó muchos sentimientos encontrados. Me fui en plan chismes con un amigo del colegio, por lo cual hamburguesiar nunca falla. También tengo que admitir que últimamente ando en el modo de encontrar la mejor hamburguesa de Bogotá y Agadón era un must. Nos hicimos en la parte de adentro del restaurante, no sentamos y pedimos dos chapinero porter para empezar. El lugar tenía unos televisores con unos partidos de football de fondo y no había musiquita parchada y por primera vez en la vida me di cuenta de la importancia de la música. El ambiente se hacía soso y solo se escuchaba a la gente en sus cuentos. El caso es que pedimos unos macarrones con queso para empezar y decidimos compartir una ranch burguer y unas costillas, a recomendación de la mesera. La comida fue bastante rápida, los macarrones les digo que son los mejores que he probado en mi vida, la pasta estaba en su punto, me encantaron, el queso se estiraba, había un buen sabor a queso ya que usaban quesos ni muy fuertes ni muy suaves y no sabía a queso cheddar de tarro. Me encantan los quesos que usaron y el sabor que logran ya que solo quisiera volver por esos macarrones tan de locos.

Luego llegó la hamburguesa y las costillas, nos partimos todo a la mitad y probamos. Oigan que hamburguesa tan increíble. El pan estaba un poco blando para mi gusto, pero como para gustos los colores, a mi amigo le encantó. La combinación de sabores era increíble, el término y sazón de la carne también. Tenía queso mozzarella, tocineta ahumada, cebolla caramelizada, pimentones asados y salsa BBQ. Tenía un saborcito a carbón muy sutil pero que hace toda la diferencia, y la combinación de sabores hacen boom en la boca. Muy rica esta hamburguesa y creo que es de las top de Bogotá así como los macarrones. 


Aquí viene mi primer desamor. La recomendación de la mesera no me gustó. Las costillas estaban muy huesudas, el sabor era bien químico y en general me decepcionaron. La mesera dijo que la gente las pedía y las dejaba peladas de lo ricas y que había gente que solo iba por esas costillas. Yo llegué a la conclusión de que costilla pelada es un símbolo de tacañería, si la gente las deja peladas es porque tienen tan poca carne que toca pelarlas para tratar de quedar llenos. 

Comentarios generales: la hamburguesa la tienen que probar, las costillas no, los platos traen muchas papas que son delis, los platos son caros y las porciones son pequeñas; para los precios tan altos que tienen son bien tacaños. Pedí agua de la llave y me dijeron que es que las tuberías la la la y que no me daban agua de la llave (creo que era puro cuento). Ahí están mis desamores. 



Mis amores: obviamente los macarrones, la hamburguesa súper rica y una increíble malteada de frutos rojos. Oigan que delicia de malteada, fresca, no hostigante y bien sabrosa, fresca de textura y temperatura mejor imposible!! prueben eso también. Para terminar quiero resaltar algo muy importante del servicio. Al pagar la cuenta nos preguntaron que qué tal todo y dije que todo deli pero que las costillas estaban bien huesudas. Pues sin preguntar ni nada nos llegaron con un postre de cortesía y esos detalles hacen que esté completamente enamorada de este lugar. Me encantó el detalle y lo agradezco, ellos fueron súper atentos.

























miércoles, 18 de noviembre de 2015

Paraíso de mariscos

Central Cevichería es un lugar especializado en mariscos y es de otro mundo. Me encantó todo. Para empezar pedimos una sangría que estaba bien de sabor, fresca y frutal. Sin embargo creo que le faltó un poco de fuerza al vino porque estaba floja de alcohol. 

Como entradas pedimos 3 ceviches, dos de pescado y uno mixto, y un tiradito de pulpo en leche de tigre. Escogimos un ceviche picante al chipotle con tomate, limón, cebolla ocañera y aderezo picante de chile chipotle. El segundo ceviche era un poco más dulzón tenía leche de coco, cebolla ocañera en infusión de limonaria, jengibre y un toque de ají sriracha. El último era el ceviche a la parrilla con cebolla grillé, tomates cherry, papitas y aderezo de páprika. Para mí, el ganador fue el de coco, luego el grillado y por último el de chipotle, ojo no es que no sean ricos, todos estaban deliciosos pero había que ordenarlos. El de coco tenía un excelente balance entre el dulce y el ácido del limón, además había un toque de frescura que aportaba la hierbabuena. El ceviche con las papas fritas no era fresco, tenía una personalidad fuerte y los crujientes le quedaban muy bien, la salsa era bien neutra pero tenía un sabor exquisito. Por último, el ceviche picante. El picante no era exagerado, era en su punto, el ceviche tenía maíz, pescado fresco, ají amarillo y cilantro. En resumen, tenemos productos frescos y de excelente calidad, uno fresco, otro picante y otro crocante. 

El tiradito de pulpo si bien estaba muy rico, igualmente fresco y de la misma calidad, soy una personas que ama la mezcla de sabores y tener solo el sabor del pulpo con el aceite, el limón y pocos aderezos no me llama mucho la atención, por esto comí poco. Quiero resaltar que el pulpo no estaba cauchudo y si este plato les encanta, este es el lugar para comerlo.
Como plato fuerte pedí una "ensalada" marinada de mariscos parrillados, servido con papa salteada, cebolla roja con un aderezo de páprika y Diego pidió un salteado de mariscos en aceite de oliva, ajo, limón y cilantro con un arroz cremoso de coco. Ambos platos estaban sensacionales pero la supuesta ensalada fue la mejor. No crean que es una ensalada con lechugas y tal, al ver la foto se darán cuenta que eran puros mariscos (pero el sabor no era mariscoso), ¡y de sabor! es que tienen que pedirlo es asombroso. Los mariscos estaban cocinados en su punto y brillaron con su propio sabor, no se opacaron con salsas. Curioso que yo, que amo las salsas, como ya lo dije, haya preferido este plato. La respuesta es sencilla, los mariscos supieron brillar con luz propia, la forma en la cual los prepararon los hicieron de los mejores que he probado y solo por eso lo nombro como mejor plato de la noche. Los tomates estaban deliciosos, jugosos y no estaban crudos. 


 Para terminar, quiero decirles que el manejo de los productos en este lugar es de primera calidad al igual que la calidad de los mariscos. Creo que es de los mejores sitios en Bogotá para comer comida de mar y los sabores aunque son muy puros tienen giros que no se pueden descifrar y que son asombrosos.




miércoles, 11 de noviembre de 2015

Burguer Kill


 Fuimos al Burguer Kill de la 14 con 85. El sitio es pequeño y con gran personalidad. Fuimos a la caja a pedir nuestras hamburguesas. Había gran oferta, sin embargo ese día se les había agotado todo el surtido de panes y me quedé con las ganas de probar el pan pimienta. Así, yo pedí una hamburguesa Big Kill (220 gramos) de tocineta y parmesano en pan tradicional. Si quieren una hamburguesa menos grande pueden pedir una de 180 gramos; era la primera vez que iba a probar una hamburguesa rellena. Para un restaurante de comida rápida es curioso que uno pida su orden en la caja y la mesera lleve a la mesa la comida, eso me gustó mucho. 


 Las mesas estaban limpias, tenían unos manteles plásticos de cuadritos y salsas Heinz. El lugar es particular, tiene buena música y una decoración entretenida. Este sitio es lleno de luces, latas antiguas de salsa Heinz, detalles por todas partes. Era chevere porque al esperar la hamburguesa no se hacía aburrido. En las rejas había muchas luces azules con vacas de plástico, en el techo luces de muchos colores con latas Heinz, en una pared había cuadros chistosos, en la entrada al baño había unos muñecos de juguete, etc. Al principio nos sentamos en una mesa justo al lado del parlante y nos tocó cambiarnos porque era bastante molesto, si van, tienen que saber que hay 2 mesas que son las mal ubicadas: las del parlante, no se sienten en esas.

Cuando llegó la comida no supe cómo empezar a comérmela, era enorme y olía bien. La carne estaba muy rica, bien sazonada y me recordaba a la carne que vender en Koller para hacer hamburguesas. Tuve un problema y es que creo que estaba mal armada porque se desbarató y fue aun más difícil comérsela, aun así, valió la pena. En el centro me encontré con una tocineta crujiente y un parmesano muy gustoso, después de unos bocados se siente la mezcla de la carne, la tocineta y el queso; es sensacional. Si bien la hamburguesa es deliciosa y jugosa hay algo que le falta y yo no sé qué es, le falta algo especial que la vuelva increíble y solo por eso me quedo con la hamburguesa de la Xarcutería. 
El relleno de tocineta con queso


Aquí les dejo el menú del lugar, vayan que la hamburguesa vale la pena probarla es muy rica y volveré a probar los otros rellenos y los otros panes. 











sábado, 17 de octubre de 2015

El restaurante árabe más feo de Bogotá

Esta entrada será breve y sin fotos, no tengo muchas palabras para explicar una de las peores experiencias de mi vida en un restaurante bogotano. MUN, un restaurante ubicado en la zona rosa de Bogotá no cumple las expectativas en ningún sentido. El servicio es realmente malo, ineficiente y mediocre. El mesero se olvidó de nosotros 2/3 del poco tiempo que estuvimos ahí y no trajo un plato que fue pedido.

 Pedimos 2 jugos especiales de la casa, uno de naranja con miel y jengibre y otro de mandarina, zanahoria, miel y cardamomo; quizá lo único que se puede salvar de la noche. Pedimos un kibbeh crudo y unos indios de parra para empezar. Los indios estaban secos y amargos y la cebolla del kibbeh estaba muy gruesa y en pedazos cortados no uniformemente. Luego, pedimos dos shawarmas, uno mixto y otro de cordero. Como acompañamientos pedimos una salsa árabe, un hummus, un baba-ghanoush y tabbouleh. Si un restaurante árabe ni siquiera tiene un buen hummus está destinado a entrar a la lista negra de no volver jamás. El hummus más feo e insípido que he probado en la vida, el tabbouleh ni siquiera lo probé, con el olor y el aspecto tan horrible que tenía no provocaba más que devolverlo. La salsa, con decirles que el aire sabe más rico.

Para rematar, el baba-ghanoush no llegó. Los shawarmas estaban secos, el único aceptable fue el mío porque la kafta estaba de buen de sabor, sin embargo se desbarató en mis manos y me tocó salir corriendo a lavármelas. El shawarma de Diego daba pesar, el cordero es una carne que se caracteriza por ser jugosa y aromática, se la tiraron, no cumplió ni el 1% de como debe estar un cordero. De la rabia que teníamos por la pésima comida, porque nada fue bueno (exceptuando los jugos) nos paramos a pagar en la caja. A pesar de nuestras caras largas, nos pasaron la cuenta sin siquiera preguntar si se incluía el servicio. Les hice saber que la comida de la noche había sido un fiasco, no pidieron perdón, no les importó.

Conclusión: no vayan nunca, overrated. 

miércoles, 14 de octubre de 2015

Köttbullar: las albóndigas capitalinas

Descubrí un lugar para saciar mi amor por las albóndigas: Köttbullar. Decidimos ir a la sede original en la Macarena y no a la de Usaquén, para ver dónde empezó la cosa. El lugar es un sitio oculto en Bogotá, pequeño, acogedor, con un aroma espectacular y música en inglés. El lugar recuerda la casa de una abuelita y es de los más cozy que he encontrado en la ciudad. También se puede ver como un pub de un pueblo en Inglaterra... en términos generales llegas al lugar y te recuerda a Inglaterra. Curiosamente, las sillas son como las de los cafés parisinos.

Para empezar pedimos una botella de vino de la casa que estaba rico. La historia de la pedida de vino es más interesante que simplemente decir cuál vino era. Como no lo conocíamos, preguntamos si era posible probar un poco para saber si pedíamos la botella completa. Nos llegó la entrada de la casa que son unos garbanzos crocantes con páprika que estaban muy ricos. El mesero era un señor muy amable, tímido y al final de la noche logramos sacarle una sonrisa. 

Para probar casi todas las albóndigas pedimos tres platos: albóndigas de res clásica con salsa stroganoff, albóndigas de cerdo con salsa pesto y las albóndigas especiales de la semana que eran de pescado con un toque de limón y miel picante con cebollas ocañeras. Los acompañantes se piden aparte y para compartir pedimos un risotto de orellanas con huevo frito de codorniz. 

Primero nos llegó el risotto que estaba con una cremosidad deliciosa gracias al queso, las orellanas perfumaban muy bien el arroz y la combinación con el huevo de codorniz era simplemente asombroso el juego de sabores tan sutil y bien balanceado. Solo hubo dos errores, me hubiera gustado más de un huevo frito de codorniz y había un pelo en el risotto. Ahora sí, las famosísimas albóndigas del lugar. Las de carne con stroganoff tenían un centro rosado y jugoso, la carne estaba muy bien sazonada. La salsa traía champiñones que combinaban muy bien. Las de pescado sinceramente no me encantaron, sin embargo, estaban ricas de sabor muy bien sazonadas y si vale de algo para Diego, esas fueron sus favoritas. La miel picante brillaba, el picante era tan sutil que no se sintió. La hierba aromática que usaron le quedaba muy bien. En verdad les recomiendo que las prueben a mi no me encantaron porque no soy amante de albóndigas de pescado, esa soy yo, a Diego le fascinaron! Por último probamos las de cerdo con pesto. Ultra mega wow deliciosas no saben! El pesto estaba muy bien logrado, las albóndigas increíblemente bien sazonadas, jugosas y el juego de sabores fue el mejor de la noche, a mi parecer. El vino tinto era bien fuerte y combinaba perfecto con las albóndigas. Les doy otra buenísima notica, por cada plato de albóndigas viene un platico con una ensalada de mix de lechugas muy rico pero a mi gusto le faltaba vinagreta. 



Tenemos una carta pequeña y atención rápida. Hay cinco tipos de albóndigas: Res, cerdo, pollo, vegetariana y la especial de la semana. Para combinar tenemos también cinco salsas: stroganoff, pesto, pomodoro, álvaro y suero con pepino. Además, podemos escoger comernos las albóndigas solas o en sánduche. Yo las pedí sin el pan porque quería no llenarme de pan y así poder probar más sabores. Para aquellas personas que comen poco  y las que comen mucho, les doy mejores noticias. Se pueden pedir plato de tres o cinco albóndigas, Diego y yo para compartir pedimos tres platos de tres. Como acompañamientos también tenemos opciones: papas a la francesa, puré de papa, risotto, frijoles blancos (stout).


Bueno, por pura gula no nos podíamos ir sin probar las albóndigas vegetarianas, las pedimos con salsa pomodoro. La verdad estaban ricas, vale la pena probarlas, sin embargo, se desbarataban muy fácil, le hizo falta agarre. La salsa es muy rica y fresca, nada ácida como las que son de tarro. Por pura curiosidad, decidí echarles un poco de aceite de oliva y sabían a magia, mejoran increíblemente. Bueno para finalizar el postre. No hubo! la sede de la macarena no tiene postres, la de Usaquén sí tiene postres y más acompañamientos como lentejas al curry, ensaladas más elaboradas, vegetales asados y demás. La cosa no es mala, la casa nos trajo unas trufas de café increíbles a morir, me podría comer todo el stock de trufas deliciosas que tenían. Sinceramente las trufas de café más ricas que he probado. Son suaves, con un sabor delicado a café, no son amargas y se derriten en la boca. 

¿Por qué ir a la sede de la Macarena primero? Ahí empezó Kötbullar, encuentran la magia del lugar y quedan con ganas de volver y ahí si vayan a Usaquén. 










 Les dejo la carta del restaurante:
















lunes, 5 de octubre de 2015

SUNA: Restaurante y mercado

Suna es uno de mis restaurantes favoritos en Bogotá. Es bastante informal, tiene buena sazón y lo más importante es que su comida es de excelente calidad. Era un viernes por la noche, llegamos bastante tarde, tipo 9 de la noche. Digo tarde porque este restaurante cierra su cocina a las 10 de la noche y yo quería entrada, plato fuerte y postre. Llegamos Diego y yo, mamados de estudiar y nos sentamos en una mesa. La entrada ya la teníamos clara: un antipasto árabe para compartir. Después de mucho tiempo me pude decidir entre la lasaña de lentejuelas y el róbalo criollo. Me fui con el róbalo y ya les contaré de este plato que me sorprendió muchísimo. Para tomar,yo pedí un té chai y  Diego un lassie de uva. El lugar es bastante acogedor, tiene un mercado que es fantástico para ir y curiosear mientras llega la comida. 

Primero llegaron las bebidas y una entrada de la casa. el té estaba bueno, sin embargo para mí el más rico es el de Crepes & Waffles, este estaba un poco soso y falto de potencia en las especies. El lassie sin duda alguna no tiene pierde, es delicioso porque tiene el sabor fuerte de la uva  que se neutraliza un poco con el yogurt y pasa muy suave, lo que permite disfrutar los sabores. La entrada de la casa es una canasta con pan integral y un dip de yogurt, suero costeño, sal y pimienta. De sabor es muy rico, nada extraordinario ya que los sabores son muy neutros y no hay juego de sabores. Es sabroso pero se queda ahí.

A los pocos minutos llegó la entrada que pedimos. Esta era un plato con aceitunas moradas, baba-ganoush, hummus, tabouleh de quinua y pan árabe. Siempre que vengo a este lugar es regla pedir esta entrada maravillosa y única. Esta es singular ya que se preservan los sabores árabes y le dan la vuelta un poco a la colombiana. Por ejemplo, el tabouleh de quinua es delicioso porque es demasiado fresco y se siente liviano para el cuerpo, es perfecto para comer en la noche. En todos los elementos del plato sobresale la frescura de sus ingredientes y el buen manejo de los productos. El baba-ganoush tiene ese toque perfecto del ahumado de la berenjena y es muy liso, no se siente grumoso, la textura es muy bien lograda. No puedo decir nada diferente del hummus, es absolutamente espectacular. El pan estaba bueno, este no estaba 100% fresco, aun así estaba rico y no estaba cauchudo, lo que sería fatal para este tipo de pan. Solo puedo decir que el hecho de que el plato no guarde puramente la receta árabe, el giro a la colombiana, hace que se potencie más la entrada y la hace simplemente fantástica en boca. Se rompe lo tradicional sin dejarlo de lado, sencillamente me encanta!

Sin siquiera haber llegado a la mitad de esta entrada llegó mi plato. Este sí es un punto negativo para el restaurante porque al apresurar los platos hacen sentir al cliente como si quisieran que este se vaya cuanto antes. En ese momento sentí que debía embutirme la comida y huir de ahí. De hecho, el mesero tenía la misma actitud nuestra, 9:30 pm cansado, si una sonrisa y casi arrastrando los pies para moverse. Supongo que ya todos estaban cansados y querían que nos fuéramos. Eso me molestó un poco, detesto el servicio excesivamente rápido. El caso, después de este fastidioso momento en el cual tuve que parar de comerme la entrada para comerme mi plato fuerte, todo se arregló de la maravilla que tenía frente a mis ojos. Uno de los platos más ricos de esa carta y de muchas de las cartas de los restaurantes de Bogotá. 

El plato es supercalifragilístico, esa es mi palabra para describirlo, lo tiene todo. El róbalo criollo viene cocido al horno en hoja de plátano, con salsa napolitana y mandarina, un toque de ají, aceitunas, cebolla morada y plátano maduro. Los sabores que pueda existir estaban todos, todos los picos de sabores estaban ahí. Dulce, salado, picante, ahumado... El róbalo estaba tiernísimo y los sabores eran muy colombianos. La salsa me sorprendió mucho porque no era el típico hogao', la mandarina, el toque picante y la cebolla morada dan un sabor diferente sin descuidar el recuerdo de sabor típico. El plato desde que llegó a la mesa olía a Colombia, a lo más puro de sus costas y efectivamente a eso sabía. El maduro se deshacía en la boca y dejaba sabores ahumados y el cilantro en todo el plato no era posesivo, era sutil se sentía unas veces sí, otras no. Ese juego de sabores, ese juego de adivinar cada ingrediente de cada bocado fue de locos. El plato en términos generales es original sin descuidar técnicas y sabores tradicionales del país y lo más importante es que no son tacaños con la porción y el sabor del róbalo siempre está presente, no se opaca y no es mariscoso. 

Finalmente y solo por gula, pedimos un postre que personalmente me parece un bombazo delicioso y no se pueden ir de SUNA sin probarlo. Torta de chocolate SUNA sin harina y coulis de frutos rojos. Este postre está hecho de chocolate Santander y es esto lo que lo hace tan bueno. La calidad del chocolate, señores, importa. La torta sabe a chocolate semi amargo y como no tiene harina es un híbrido entre torta y mousse, esto es lo que más me gusta del postre, engaña mi cabeza. Es una especie de mousse bastante consistente y en boca se desliza suavemente por el paladar. Hay un juego de texturas que no he podido presenciar en otros restaurantes y por eso para mí es un postre único. El coulis de frutos rojos es delicioso porque no es excesivamente dulce y uno puede apreciar los sabores naturales de los frutos rojos, no como en otros restaurantes que usan unas salsas muy artificiales. Este coulis corta perfectamente con el empalague del chocolate y es ultra rico. Eso sí, creo que este postre es ideal para compartir, a pesar de que no es enorme no todo el mundo se le mide a tanto sabor.





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lunes, 21 de septiembre de 2015

Domingo de Masa



Decidí salir un domingo a almorzar, y qué mejor plan que ir a masa. Almorzar, merendar, estudiar y hasta para comer es rico. El masa de la 81 me gusta mucho porque es amplio, huele delicioso y es pet friendly. La verdad no tengo mascota, pero me encanta ver los perritos que acompañan a sus dueños, son muy tiernos y juiciosos. Este lugar es más bien como una cafetería súper agradable, con un ambiente que califico dominguero o de almuerzo. 

La carta no es ni extensa ni corta, es el tamaño perfecto para el lugar. Se pueden encontrar sandwiches, tartines y la ensalada de la barra (que tiene ingredientes asombrosos, ya les cuento). Las bebidas ni se diga, las chichas de fruta son muy refrescantes, sin embargo, esta vez pedí una limonada de jengibre sin azúcar para empezar. Estaba fría, fresca y como me gusta: fuerte. 



Como plato fuerte me fui por una ensalada, entonces me trajeron un formato y seleccioné los ingredientes que quise. La ensalada a la Andrea tenía: lechuga mix con vinagreta de cilantro, champiñones, pepino, pimentón asado, zanahoria, quinoa, pollo, semillas de girasol aguacate y lentejas crocantes. Lo mejor de la ensalada, después de la frescura de los ingredientes fueron las lentejas crocantes. De verdad me dieron una forma diferente de ver las ensaladas y es un giro crocante muy divertido porque son tan crocantes que suenan mucho y dan risa. Para mi fue una experiencia súper divertida y volveré a ponerle lentejas crocantes la próxima vez. 

A pesar de que ya estaba llena porque la ensalada es enorme, no me pude ir sin mi postre. Me acerqué a donde estaban los postres y me quise comer un croissant de almendras y una donut de zanahoria. Como no me cabían ambos, pedí que los partieran a la mitad para podérmelos llevar. La donut me sorprendió mucho porque al morderla me encontré con queso crema o algo parecido dentro. Encima de esta había una mezcla de zanahoria con canela que estaba bombástica. Si bien estaba increíble, nada le gana al fabuloso croissant de almendras de Masa. Es crocante, con una pasta de almendras por dentro llena de sabor, cero grasoso y lo mejor es morder y comerse las almendras tostadas que recubren el croissant. La pastelería de este sitio es sin duda una de las mejores de Bogotá. Recomiendo 100% este plan dominguero y seguiré viniendo por lo menos por mi croissant. Les dejo las fotos para que se antojen:










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La carta de Masa: